Resulta difícil leer algo tan divertido y al mismo tiempo
tan amargo. Pero en fin, ya sabemos que existe algo llamado humor negro. Si es
por eso, aquí hay negrura hasta el hartazgo. Estoy por decir que el Lazarillo
original es una novela más positiva de lo que habitualmente se piensa, sobre
todo si la comparamos con esta. Qué desolación de humanidad.
Lo que da la risa floja es, sobre todo, el virtuosismo
verbal que luce Cela (como siempre) en boca de los peleles que pueblan este
relato. Y al mismo tiempo da horror. Hay buena gente aquí, pero la bondad
aparece tan inútil, tan ridícula y contraproducente, que no inspira más que
compasión. No es que se promocione la maldad: al contrario, esta aparece tan
aborrecible como es. Pero es lo que hay. Eso es Cela en estado puro, Cela que
hace siempre la misma comida con distintas salsas, pero eso sí, muy sabrosas.
Jesús LCL
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