jueves, 20 de febrero de 2014

Emilio Prados: "Cantar del dormido en la hierba"

Me asomo a esta ventana de belleza e historias para rendir homenaje a una de esas obras vibrantes, cargadas de sentido y sentimiento y que las circunstancias ha dejado en el olvido, sin tan siquiera ocupar el puesto que se merecía. Hoy no pretendo acercarme a ella como un comentarista literario, sino como un lector enamorado de la intensidad de matices que nos regala, de la fuerza vital que nos inspira, de la emoción intensa que nos lleva a revisar nuestro modo de ver el mundo y vivir en él.

Como no podía ser de otro modo, es un poema, texto que faltaba en este rincón de lectura, que pertenece a la obra Jardín cerrado de Emilio Prados, en concreto, al libro segundo, de los cuatro que componen esta obra. Su título “Cantar del dormido en la hierba” nos evoca un protagonista relajado y abandonado a sus pensamientos en el “jardín cerrado”.  La fuerza que me inspira este poema radica, sin duda, en la belleza con la que nos traslada al interior de nosotros mismos como un “jardín cerrado” donde habita la muerte, dueña y señora de nosotros, ciudadana de nuestro cuerpo. Esa intensa presencia de la muerte, solo burlada por el amor, me llena de vida, de ilusión, de emoción, porque no hay como haber perdido, como estar a punto de perder algo, en este caso, la vida, para apreciar y amar los detalles de cada instante, el valor de cada momento, la intensidad de cada aliento y el poder del amor a todo lo que nos rodea para envolver de felicidad nuestra vida. Y, así es, un poema de muerte, de dolor, de sueño en un jardín cerrado, me lleva a la vida, esa es la magia de la poesía que quería compartir con vosotros hoy. Espero que esto os anime a leer a este autor.


“Cantar del dormido en la hierba”

La muerte está conmigo;
mas la muerte es jardín
cerrado, espacio, coto,
silencio amurallado
por la piel de mi cuerpo,
donde, inmóvil –almendra
viva, virgen-, mi luz
contempla y da la imagen
redimida del fuego.

Si he de morir, ya es muerte:
la estrella, la avenida,
el silencio, la noche,
el agua y el amor.

Lo dice así, la fuente
y el suspiro.
También
mi sangre cuando besa.

Si he de morir: mis labios,
vencidos de misterio,
ya nada buscan: cantan,
pues no ha de ser mi olvido
la tierra ni el silencio…

Y el jazmín, no pregunta
desmayado en la sombra:
-¿A dónde irá el lucero
que mi nieve ha perdido?...

Si ha de morir: su aroma
es muerte; su flor muerte,
como la tierra húmeda
del cerrado jardín
de mi alma, es carne
de la muerte, también:
¡Luz! ¡Fúlgida memoria!
¡eje de un universo
nuevo, que va a nacer
sin niebla, al fin, de olvidos!

lo dice así la fuente
y el suspiro.
También mi sangre cuando besa.

Jardín cerrado, Emilio Prados

Francisca Leiva, LCL





miércoles, 5 de febrero de 2014

Antonio Muñoz Molina: "Todo lo que era sólido"

         Desde que leí este libro* la primavera pasada lo he recomendado y regalado en varias ocasiones. Me parece un análisis razonado, sin partidismos políticos, de la realidad española, que se remonta en el tiempo, con vivencias personales y datos concretos para ayudarnos a comprender mejor la crisis económica, social y política que nos ha tocado vivir.

         Creo que puede ser una buena lectura para alumnos de 4º de la ESO y de Bachillerato porque ya tienen conocimientos históricos que les permitan percibir más matices de los diferentes aspectos que el autor relata.

         Es uno de esos libros que nos enriquecen y que difícilmente se olvidan porque nos invitan a reflexionar al margen de que estemos o no de acuerdo con él.


María José  de Geografía e Historia


*
Antonio Muñoz Molina, Todo lo que era sólido.
Barcelona, Editorial Seix Barral, 2013


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