domingo, 18 de diciembre de 2016

Patricia Highsmith, "Once"

Decía un escritor argentino que el cráter, la clave de la eficacia de un relato breve está en el punto de encuentro de dos historias, de las cuales una se nos cuenta y otra se deja a nuestra intuición. Vargas Llosa hablaba del dato escondido, algún elemento de la historia que no se nos dice claramente. Alguno de los mejores relatos de esta colección de Patricia Highsmith se basa en esa técnica: es el caso de "La heroína", donde vamos poco a poco atisbando la enfermedad de la protagonista, hasta que algún hecho confirma nuestras sospechas, pero de un modo brusco y que no esperábamos. De algún modo el dato escondido nos hace despertar la tensión, nos pone en situación de esperar algo raro, como en esos trenes de feria que te meten por recovecos oscuros.
  
Highsmith nos desvela poco a poco un paisaje que al principio se muestra apacible para después, pasando al plano general, desasosegarnos con la presencia de algo que "no debería estar ahí", hasta que nuestra inquietud se vuelve desolación, al contemplar todo el cuadro. Todos los cuentos de este volumen se resuelven en desesperanza, al quitarnos progresivamente las posibilidades de que algo pueda terminar bien. A veces el desenlace no existe, y la primera decepción que sufre nuestra curiosidad se cambia en la conciencia de que esa falta de un final es aún más desoladora que, por ejemplo, el horrible fin del profesor Clavering.


Jesús LCL

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jueves, 1 de diciembre de 2016

Jostein Gaarder: "El mundo de Sofía"

Una narración literaria dentro de la Historia de la Filosofía o la Historia de la Filosofía dentro de una narración literaria. El mundo y el espacio de dos jóvenes de 15 años, Sofía y Hilde, se imbrican a través de un profesor y de su padre respectivamente. Los acontecimientos de ambas, en la preparación de sus próximos cumpleaños darán lugar a innumerables preguntas sobre la existencia del alma, el por qué del universo, la aparición del hombre, los descubrimientos históricos, la psicología humana, la economía incluso y un sinfín de nociones y enigmas metafísicos que el autor sabe transmitir con maestría implicando al lector. A través de todas estas enseñanzas el pensamiento de las protagonistas evoluciona hasta alcanzar una Verdad con mayúsculas, pero ¿es Verdad, imaginación o todo se queda en misterio y duda? Aunque es cierto que nos va dejando un buen sabor de boca con sus razonamientos (“El bien y el mal constituyen dos hilos que atraviesan la historia de la humanidad. Y a menudo se entrelazan”), no podemos dar más pistas, el secreto de esta novela no se puede desvelar porque nos va a conducir a una “larga cadena de reflexiones” tal y como Jostein define la Historia; porque todo es cuestionable.

Jostein Gaarder nace en 1952 en Oslo (Noruega), de padres profesores, además su madre era escritora de literatura infantil. Estudió Filología escandinava e Historia de las ideas y de la religión en la Universidad de Oslo. A comienzos de los 80 se trasladó a la ciudad de Bergen, donde daba clases de Filosofía en un instituto, actividad que abandonó en los años 90.

Su primera obra literaria fue el libro de relatos “El diagnóstico” en 1986. Después escribió libros infantiles y juveniles; “Los Niños De Sukhavati” (1987) y “El Castillo De La Rana” (1988). En 1990 publica “El misterio del solitario” con el que obtiene el Premio Nacional de Crítica Literaria de Noruega y el Premio Literario del Ministerio de Asuntos Sociales y Científicos. En 1991 “El mundo de Sofía” se convierte en un best-seller, con 30 millones de ejemplares vendidos y traducido a 44 idiomas, y es galardonada en España (traducida en 1994) con los premios Conde Barcelona (1995) y Arzobispo Juan de San Clemente y Pluma de Plata (ambos en 1996). En 1992 se le otorga  el Premio Europeo de Literatura Juvenil por “El misterio de Navidad”. Otros libros suyos son “El enigma y el espejo” (1993), “Vita brevis” (1996), “¿Hay alguien ahí?” (1996), “Maya” (1999), “La biblioteca mágica de Bibbi Bokken” (2001), co-escrito junto a Klaus Hagerup, “El vendedor de cuentos” (2002),  “La joven de las naranjas” (2003), “El castillo de los Pirineos” (2008) o “Me pregunto” (2012).

En 1997, Gaarder y Siri –con quien contrajo matrimonio en 1974- establecieron el Premio Sophie para fomento del desarrollo ambiental dotado con 100.000 dólares que se otorgó anualmente hasta 2013.

En diciembre de 2015 Jostein Gaarder visita España donde inevitablemente planteará la validez de la filosofía: “me parece más importante que los profesores tengan una formación filosófica a que los alumnos tengan una clase diaria”. Merece la pena echar un vistazo a su entrevista (y opinar):



ARACELI DE LA TORRE. AMPA IES Delicias y miembro del club de lectura.

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miércoles, 23 de noviembre de 2016

Ramón del Valle-Inclán: "Sonata de primavera"

Bradomín llega a uno de esos lugares frondosos con alguna que otra ruina y llenos de colores, olores y rumores. Se entrevista con marquesas y obispos y conoce a jovencitas tan etéreas como sensuales. Alguien se muere en la cama mientras suenan las fuentes y cantan las niñas. Nadie levanta la voz salvo, tal vez, en el momento supremo, en forma de chillido. Nadie corre, salvo quizá para acudir al grito, en el mismo momento. Todo el mundo siente nostalgia. Se goza la melancolía, se saborea a veces. La santidad es una estampa conventual a la que Bradomín sueña con añadir el toque maestro de la profanación elegante. De vez en cuando el contrapunto de lo carnavalesco, a lo Venecia, claro. Pero no está ahí la estilización del pecado, sino que ha de surgir en el escenario más místico, a ser posible brotando de la virtud misma, o de su apariencia. Y tal vez acabe pagando el inocente. Todo eso y muchos más tópicos es el Valle-Inclán de las Sonatas. Algo fácil de parodiar, quizá, pero le sirvió como rodaje para lo que después fue el esperpento, una especie de negativo de todo este mundo. Y en todo caso sigue siendo una delicia.

Jesús LCL

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lunes, 6 de junio de 2016

Gustavo Martín Garzo: “Donde no estás” (Premio de la Crítica de Castilla y León 2016)

Los misterios de una familia envuelven el relato de Ana, una muchacha de 15 años, que llega un verano al pueblo de Villalba (Valladolid) para pasar unos días. A través de su abuela, de su tía Joaquina y de Fernanda, la criada, y luego de Daniela, la maestra, irá descendiendo al abismo de los más oscuros secretos que antaño precipitaron los acontecimientos relacionados con sus padres, ya ausentes.

La protagonista (aunque en realidad el eje del libro es Sara) refiere en primera persona sus vivencias en la villa: desde las escenas costumbristas que describen las labores, pasando por visiones oníricas que se entremezclan con la realidad, hasta la plasmación de recuerdos que retornan. En toda esta amalgama de sucesos y contradicciones con la opinión de cada personaje, Ana va componiendo un puzle que se resolverá con una carta guardada por su madre. Y, mientras, innumerables preguntas y pensamientos afloran a su instinto adolescente.

Vemos cómo se trata el tema de la naturaleza hasta en sus más pequeños detalles, el tema de la muerte, el de la nada, el del existencialismo con el por qué y para qué del devenir en nuestro tránsito por el mundo, que carece de significado y lleva a los personajes a situaciones extremas por su inadaptación social (como en las novelas de Dostoyevski) ya que buscan su propia identidad y un sentido a la vida, obrando de un modo pasional y sin limitaciones: “Vivimos tratando de comprender quiénes somos, por qué hemos nacido y por qué tenemos que morir, si la vida tiene sentido…” . Es muy visible el problema de las diferencias sociales, y las disquisiciones sobre el amor, la amistad, la hipocresía, las relaciones de pareja o el mundo infantil: “Nunca contamos con la falta de corazón y el egoísmo de los niños”. Muy de soslayo, se nos deja entrever la enfermedad del alzhéimer, mientras que el terror de la Guerra Civil y su posterior influencia en la sociedad subyacerán siempre latentes a lo largo de toda la historia.

Martín Garzo utiliza un lenguaje directo, preciso y claro, sin ambages ni retóricas, que lo hacen comprensible para todo tipo de lectores, muy sencillo y cercano al hablado, metiéndose en la piel de la muchacha que lo narra. Encontramos hermosas descripciones naturalistas: “Estábamos en el vuelo del aguilucho lagunero, en el fulgor de la oropéndola, en las bellotas y en los botones dorados de la manzanilla”; “La araña se desplazaba por los hilos con sus patitas delgadas, al acecho de sus presas, y era como si también Sara fuera segregando un hilo así”. El conjunto, en general, recuerda las ambientaciones románticas del siglo XIX sugeridas en atmósferas nocturnas, pobladas de fantasmas, bosques, apariciones sobrenaturales y personajes surrealistas de gran complejidad.

El autor introduce cortes drásticos en cada capítulo y a su vez, la novela se divide en tres partes bien separadas, debido a  sus diferentes narradores: la exposición de Ana, la carta de su madre y el epílogo. El propio Martín Garzo indica que es una “novela construida sobre voces”.


Gustavo Martín Garzo nace en Valladolid en 1948. Es licenciado en Filosofía y Letras con especialidad en Psicología. Ha fundado las revistas literarias Un ángel más y El signo del gorrión. Su actividad literaria es muy prolífica y ha obtenido innumerables premios:
. Emilio Hurtado de Relatos, en 1991 con El amigo de las mujeres.
· Miguel Delibes en 1993, con Marea oculta.
· Nacional de Narrativa, en 1994 con El lenguaje de las fuentes.
· Nadal, en 1999, con Las historias de Marta y Fernando.
· Finalista del Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, 2000, con Una miga de pan.
· Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, 2003, con Tres cuentos de hadas.
· Premio Mandarache de Jóvenes Lectores de Cartagena, 2008, con Mi querida Eva.
· Premio de Novela Ciudad de Torrevieja, 2010, con Tan cerca del aire.
· Finalista del Premio de la Crítica de Castilla y León, 2012, con Y que se duerma el mar.
· Premio de la Crítica de Castilla y León, 2016, con Donde no estás.



Araceli de la Torre


viernes, 3 de junio de 2016

Camilo José Cela: "Nuevas andanzas y desventuras de Lazarillo de Tormes"

Resulta difícil leer algo tan divertido y al mismo tiempo tan amargo. Pero en fin, ya sabemos que existe algo llamado humor negro. Si es por eso, aquí hay negrura hasta el hartazgo. Estoy por decir que el Lazarillo original es una novela más positiva de lo que habitualmente se piensa, sobre todo si la comparamos con esta. Qué desolación de humanidad.

Lo que da la risa floja es, sobre todo, el virtuosismo verbal que luce Cela (como siempre) en boca de los peleles que pueblan este relato. Y al mismo tiempo da horror. Hay buena gente aquí, pero la bondad aparece tan inútil, tan ridícula y contraproducente, que no inspira más que compasión. No es que se promocione la maldad: al contrario, esta aparece tan aborrecible como es. Pero es lo que hay. Eso es Cela en estado puro, Cela que hace siempre la misma comida con distintas salsas, pero eso sí, muy sabrosas.

Jesús LCL

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lunes, 25 de abril de 2016

Serafín y Joaquín Álvarez Quintero: "Malvaloca"

Esta comedia pasa en un asilo de ancianos llevado por monjas, y Malvaloca es la típica mujer deshonrada con corazón de oro. Y también la típica andaluza con sal a raudales. O sea, lo propio para llorar y reír, que es de lo que se trataba, claro. La trama se basa en un símil entre la protagonista y una campana, llamada la Golondrina por los residentes del asilo, antiguo convento. Ambas suspiran por una nueva vida, ya que la Golondrina está rota y no suena como en sus mejores tiempos. Un curioso toque costumbrista este, por cierto: los lugareños andan en rivalidades con sus campanas como si fueran Joselito y Belmonte. Bien, pues Malvaloca también sueña con una reparación (no a lo Celestina, Dios nos libre, sino moral o espiritual), porque su antiguo novio la abandonó después de. Y hete aquí que aparece por el asilo Leonardo, empresario de fundición. Se imaginan, ¿no?, pues eso.

Jesús LCL

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jueves, 14 de abril de 2016

Josefina Aldecoa: “Mujeres de negro”




Aunque la obra da comienzo en plena Guerra Civil española, en “Mujeres de negro” el eje principal es el exilio. El «desgarro» de un exilio que fragmenta la narración en varias partes muy diferenciadas. Por un lado se encuentra el mundo del desaliento, de la muerte (del marido de Gabriela primero y de su madre después), de la escasez y «el ambiente hostil de una ciudad pequeña y envilecida por la mezquindad de unos y el miedo de otros ».

En contraposición aparecerá un resplandor de luz, una nueva motivación ante la vida, la suerte de haber podido encontrar una posición acomodada y un respeto de los otros del que antes se carecía. En definitiva, una apertura a los «aromas frescos y violentos».

La historia de Gabriela, una madre impenetrable con sus sentimientos, aunque aperturista hacia nuevas ideas sociales y religiosas, que nunca será capaz de pronunciar ningún reproche a nadie, se entremezcla con la de su hija Juana, quien cuenta su vida en primera persona y se convierte en protagonista absoluta de la tercera parte de la novela.

Asistimos a un relato con un lenguaje fluido, dinámico, sin retóricas ni artificios, muy comprensible en lo que se desea comunicar, pero no exento de crítica social e incisivo con respecto a la problemática educacional. Adaptado al devenir de los acontecimientos, el estilo evoluciona desde la frescura de los años adolescentes hacia una visión adulta, más filosófica y moral, ahondando en detalles personales y psicológicos que rememoran las vivencias lejanas contrastadas con la época actual. 

Al final de la obra, Juana reflexiona sobre la contraposición de los dos mundos y lo expresa de una forma bellísima: en España «había descubierto claves de una cultura que, a distancia nunca hubiera comprendido del todo….. la gente que había ido conociendo en distintas circunstancias me parecía generosa, resignada y, a la vez, altiva… España clausurada y sin embargo viva. Y luego estaba México, la tierra abierta, el refugio, la mano generosa tendida a los vencidos».

Y por último, la decisión que tomará Juana con respecto a su vida tiene un trasfondo  ético y reivindicativo indiscutible, reflejado magistralmente a través de uno de los consejos que le da su madre en un momento muy puntual: «Elige algo que pueda ser para ti el cimiento de tu existencia. Algo a lo que te puedas agarrar en los momentos malos, algo que nadie pueda quitarte. Las personas, los afectos pasan, pero tu profesión está ahí. Es como tu esqueleto que soporta tu cuerpo y te permite andar y moverte de un lado a otro, un delicado mecanismo que regula el equilibro de tu vida».

Josefina Rodríguez Álvarez (8-3-1926 La Robla, León / 16-03-2011 Mazcuerras, Cantabria) tomará su apellido artístico del escritor Ignacio Aldecoa, con quien estuvo casada de 1952 a 1969 y de quien tuvo una hija: Susana. Vivió en León y estudió Filosofía y Letras en la Universidad Complutense de Madrid doctorándose en Pedagogía. Allí conoció a los escritores de la Generación del 50: Carmen Martín Gaite, Rafael Sánchez Ferlosio, Alfonso Sastre, Jesús Fernández Santos e Ignacio Aldecoa.
 
En 1959 fundó en Madrid el Colegio Estilo, donde quiso introducir nuevas ideas de enseñanza, entonces “impensables en la mayor parte de los centros del país”.

Sus novelas más conocidas: Los niños de la guerra (1983), La enredadera (1984), Porque éramos jóvenes (1986) El vergel (1988). En 1990 inició una trilogía de contenido autobiográfico con Historia de una maestra (1990), Mujeres de negro (1994) y La fuerza del destino (1997). En 1999 escribe Mujeres al alba, en 2002 el Enigma, en 2005 publica La casa gris (escrita en 1950) y su última novela en 2008, Hermanas.

En 2003 fue Premio de Cultura de la Comunidad de Madrid; en 2004  Premio Castilla y León de las Letras correspondiente a 2003; en 2005, imposición de la Gran Cruz de la Orden de Alfonso X el Sabio y Premio Julián Besteiro de las Artes y las Letras;  en 2006, Miembro del Patronato del Instituto Cervantes, Medalla de Oro de las Bellas Artes, Premio Internacional de las Letras y Premio de la Fundación Cristóbal Gabarrón de las Letras.

Araceli de la Torre Yubero
Club de Lectura IES Delicias

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viernes, 18 de marzo de 2016

Luis Mateo Díez: "El animal piadoso"


Crónica de la reunión del Club de lectura 15 de febrero de 2016

Luis Mateo Díez nació en Villablino (León) en 1942, es  académico desde el 2000 con el sillón “I” y ha recibido innumerables distinciones en su trayectoria literaria. Destacamos, por nombrar alguna muestra, el Premio de la Crítica de Castilla y León en 2009 o el Premio Francisco Umbral  al mejor libro del año 2012.

El relato sobre el que opinaremos hoy es calificado por algunos estudiosos, como novela policíaca. Nosotros, los lectores del club, no hemos llegado a esta conclusión. Creemos que el autor  aprovecha un entramado policíaco, una historia verdaderamente pasional y misteriosa manteniendo el suspense durante toda la obra, como hilo conductor para dar paso a la reflexión sobre temas actuales desarrollados con un estilo de una elocuencia extraordinaria: la enfermedad del cáncer, la religión, la prostitución, la familia, la infancia o el acontecer de la vida posterior a la jubilación. A ello, se unen otros pensamientos filosóficos repletos de carga emocional, que nos trasladan al sentimiento trágico de la vida unamuniano (la vida es tragedia y es contradicción), o a la angustia kierkegaardiana de la existencia, con la nada que nos precede y nos sucede de la que hablaba Sartre.

Los acontecimientos transcurren entre dos lugares imaginarios, pero universales, Armenta (donde trabaja el protagonista: el comisario Samuel Mol) y Celama (donde nace) e irán surgiendo tras un reencuentro fortuito con Elicio Cedal, trayendo a la memoria de aquél un crimen sin resolver. Este será el punto de partida a partir del cual ese comisario jubilado, viudo, solitario y obsesivo se recreará en expiar sus culpas, atormentado por sus propios fantasmas. Es un ser sin apegos paternales, con poco afecto hacia las mujeres (el autorno parece desarrollar demasiado los personajes femeninos), y por ello está cargado de una omnímoda soledad que le rodea por todas partes.

La enriquecedora  narrativa repleta de símiles (la hendidura que tenemos en nuestro devenir -capítulo X – o el  túnel -capítulo XVII- que no somos capaces de cruzar), la descripción tan definida de personajes, lugares y ambientes sintiéndonos oler su realidad, la inversión de la secuencia cronológica vinculando tiempos pasados y presentes, la matización de las palabras, el juego sonoro de los nombres propios, los textos a modo de sentencias y la percepción de lo trágico de la vida llevada hacia el nihilismo, hacen de este libro una lectura fascinante que invita a la reflexión del lector en su replanteamiento del  futuro como destino.

Tanto el argumento como el ideario del autor en “El animal piadoso” quedarían resumidos en este párrafo, extraído de la página 57-8:“No es fácil acomodarse al propio peso de la vida que llevamos, ni al del cuerpo ni al del espíritu. Y siempre estaremos en el trance de arrepentirnos de algo, por grave o leve que sea”.

                Lectura imprescindible, sin duda.


Araceli de la  Torre


                                                                                                                                             

viernes, 22 de enero de 2016

Alejandro Dumas: "Veinte años después"

Estas nuevas aventuras de los tres mosqueteros son, por lo menos, tan apasionantes como deben de serlo las primeras para quien nunca había oído hablar de d´Artagnan y sus compañeros.Alejandro Dumas es un maestro de la narrativa, sí, pero además de esa narrativa que tiene como principal objeto cautivar al público, quedarse con él, como hoy diríamos. Se me ocurre compararlo con Alfred Hitchcock, salvando las distancias de los géneros.

Pues, señor, es el caso que nos hallamos en plena insurrección de la Fronda: nobles y pueblo, esta vez unidos, contra Mazarino, el cardenal lego de origen italiano que hace de primer ministro en sucesión de Richelieu. Han pasado, como el título indica, veinte años desde la famosa historia de los herretes de la reina y d´Artagnan sigue de teniente de mosqueteros, menesteroso teniente que se ve obligado a aceptar una misión al servicio del cardenal, al que Dumas nos pinta con trazos aún menos atractivos que Richelieu, pues el italiano no posee la astucia de su antecesor y lo que en este era ambición en Mazarino es roñería de lo más vulgar. La gracia del caso es que Athos y Aramis se hallan en el bando de la Fronda, y las disensiones políticas van a poner a prueba la amistad que los viejos espadachines se juraron. Esta, sin embargo, sale vencedora y los cuatro acaban, como siempre, codo con codo, jugándose la vida en las costuras de la historia de dos naciones.


Jesús LCL

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